El gili eres tú, Bardem

Bardem en Vanity Fair

Bardem en Vanity Fair

No he visto a nadie que haya perdido de semejante forma el sentido de la realidad. Bardem, el especimen más tóxico de divo, se ha despachado contra sus compatriotas en el New York Times, las declaraciones las recoge EL Mundo:

«Los españoles son duros. Ellos critican mi trabajo y piensan que soy un vendido. Y ante eso lo que tienes que decir es: Parad, sois una pandilla de estúpidos. Pero nunca le vas a gustar a todo el mundo. Después de los Oscar volví a Madrid y me encontré de nuevo con el mundo real. Tras ser galardonado por la Academia de Hollywood tu vida cambia un poco, todo lo que te rodea cambia terriblemente. Tienes que volver y tienes que demostrar que eres el mismo tipo estúpido y limitado y no ese supuesto chico de oro».

Ya le vale. Bardem no es un hombre agradecido. En España no se le ha tratado mal. Recuerdo que su tito, de cuyo nombre tanto se han aprovechado  él y su familia decía  de él en privado: «No se llama así. Ese no es su primer apellido. Se lo ha puesto para sacar partido y aprovecharse de mi fama. Tendría que haber usado el nombre de su padre». Las relaciones entre los Bardem y el genial director  no eran tan idílicas como nos las han pintado.

A continuación reproduzco un post que escribí hace algún tiempo en el medio donde trabajaba antes para que os hagáis una idea de cómo es este muchacho.

Bardem, amnésico

Acabo de leer el magnífico libro de Vicente Molina Foix El cine de las sábanas húmedas (Espejo de tinta). Comparto su fascinación por Marilyn Monroe, Montgomery Clift, la voz de Nicole Kidman, las camisetas sudadas de Marlon Brando, etc., pero de piedra me he quedado cuando compara la voz de Javier Bardem con la de Paco Rabal. Es como comparar el rugido de un tigre con el maullido de un gato afónico y capón.En un acto relacionado con el cine, casi montamos una tertulia atacando y defendiendo las facultades de Bardem. No comprendo el secreto de su éxito ni ciertas actitudes suyas.

En El Rastro. Fue el pasado domingo. Un gran fotógrafo que le facilitó gratis fotos para su book hace muchos años le saludó por la calle, en las cercanías de El Rastro madrileño, y le preguntó dónde estaba Casa Vacas. Bardem, con aspecto de no haber dormido en toda la noche –eran las dos de la tarde– no sólo no le informó, sino que le dejó bien claro que él ya no se acordaba de nadie de aquella época. El fotógrafo en cuestión, una de las personas más honestas que conozco, pudo haberse forrado y no lo hizo, con las primeras fotos de Gigi Sarasola y Penélope Cruz, alguien de aquella época de quien Bardem se acuerda muy bien. ¿Por qué le conviene? ¿Cuánto hay de amor en esta relación y cuánto de favor mutuo?