¿Felipe perdió los papeles?

He visto hoy en el programa ¿Xq no te callas?, magníficamente presentado por Eugeni Alemany y Carolina Cerezuela,  el episodio protagonizado ayer en Cuenca por el Príncipe Felipe y una persistente y eficaz reportera  , con nombre de Reina, la incansable Desiré, del programa Está pasando.

 

 

El príncipe, harto  de la insistencia de la muchacha, que porfiaba por preguntar por la nariz de Letizia, le viene a decir  más o menos que comprende que ella está haciendo su trabajo, pero que le deje hacer el suyo, que ya la ha saludado tres veces y tiene que hablar con otra gente.

Aquellos lodos trajeron estos barros. Me refiero al gag gratuito que tan bien interpretó Letizia para el duo Gomaespuma durante las Olimpiadas y sobre el cual escribí el pasado 18 de agosto. La esencia de la monarquía se sustenta en la distancia, salvaguardada por las barreras del protocolo. Cuando los reyes se vuelven tan normales, tan de andar por casa, tan supuestamente accesibles, pierden parte de su magia.

 ¿Por qué narices  Letizia puede bromear sobre la pedicura del gomaespumino y  en cambio no habla con absoluta naturalidad sobre su septorinoplastia? Acaso no es consciente la Princesa de Asturias de que Loli Álvarez, Cristina Rapado, Isabel Preysler  y media España estamos ansiosos de saber cómo, con  quién y dónde se operó. Ya puestos a democratizar la monarquía, hay que entrar a todos los trapos, sean de brocado de seda o de estopa.